jueves, 13 de enero de 2011

Gladys Florimonte"La reme solita"


Beatriz MolinariEn el firmamento carlospaceño hay figuras con brillo propio, ganado a fuerza de perseverancia y talento natural. La actriz Gladys Florimonte ha logrado una particular familiaridad con el público: por su modo de hacer humor, sus personajes, por la omnipresencia de la televisión y tantas temporadas (desde 1989, en cualquier época del año) en las que viene a Córdoba a presentar su trabajo. No bien abre la puerta del departamento, en un complejo a orillas del lago, abre su casa y comienza a contar en qué ocupa el día. Lo estira hasta hacerlo de 48 horas. La actriz que integra el elenco de El gran show termina a las tres de la mañana, duerme un poco y ensaya la obra infantil que estrena mañana en el teatro Coral. Es lo primero que dice mientras sirve una gaseosa y ahuyenta a las perras.

“La obra se titula Los sueños de Martita; es de Laura Castiñeira”. Ella se mete en el vestido de la nena de cinco años que se encuentra con el amiguito (Sebastián Olmedo) en la plaza. También interpreta a la bruja de la obra.

“Es un mensaje a los padres y la familia sobre el hecho de que el chico se pierde de jugar por estar con la computadora. Martita quiere jugar con el amigo, pero él le aclara que juega a la pelota por Internet”, adelanta Gladys sobre el tema de la comedia musical que dirige Daniel Fernández y en la que reúne un elenco numeroso, con muñecos especialmente diseñados. Cuenta que siempre tuvo la idea de estrenar esta obra para niños, donde fuera, Carlos Paz o Mar del Plata. Cruza rápido el recuerdo de aquella temporada en que trabajaba con Panam y corría a medio vestir para estar en el Candilejas a tiempo.

Ella es el humor
Gladys define su participación en El gran show sin falsa modestia. “El humor pasa por mí. Abro el espectáculo con un musical de la vedette venida a menos; después hago el gaucho, que es ‘mortal’. La gente muere y después, el show de Zulma con participación del público”, dice. También aclara que se encarga de hacer crecer el personaje con textos y la búsqueda actoral permanente.

¿Para dónde va su carrera?
“¡Es tan variable! Puedo hacer desde un infantil. Lo único que me falta es el rol dramático”, comenta.
La popularidad que le dio la actuación en el show de Tinelli le abrió muchas puertas para las presentaciones por el país: casamientos, teatros, ciudades y pueblitos la recibieron. Allí lleva su unipersonal, el de La familia especial. “Pero hay que hacer al final Zulma, a pedido del público. Con Tinelli no ganás plata; sí, imagen”, señala.

Gladys trabajó con todos. Conoció las compañías del ambiente de las variedades y comedias, desde adentro. Y salió siempre airosa. “La clave es ser buena gente, llevarse bien con todos, así tenés lugar en todos lados. Me tocó gente brava pero conmigo nunca se metieron”, comenta la actriz que superó la prueba ‘Corona’, cuando en una temporada en Buenos Aires quedó en medio de la guerra de vedettes.

Gladys mira para el lago y se acuerda, se ríe, mueve las manos, le pone mucha energía a las palabras y a los recuerdos. En el pasado cordobés figura Pichini, el legendario dueño del Teatro La Sombrilla. “El pionero acá se llama Pichini”, dice. Ahí se presentó las primeras veces. Después pasó por el Teatro Bar, por los espectáculos de Carmen Barbieri y Nito Artaza. Actuó con todos.

Para este año ya sabe que hará televisión, aunque todavía no da precisiones. Ya se verá. Todavía no sabe si será un personaje o un programa infantil. Y estará en radio en Buenos Aires. Sí anuncia que ha firmado el contrato con el Teatro Maipo. “El 15 de abril debuto en el Teatro Maipo con un espectáculo de music- hall titulado Florimonte@show.com”. Gladys ha vivido grandes momentos en televisión, un medio que le gusta, pero con algunas restricciones. “No me gusta lo que pasa en ShowMatch con el jurado. Cuando yo estaba no era así. Con Zulma los mataba a todos y especialmente a Moria, porque lo que me decía, lo decía de verdad: ‘Mamita, querida, sabés que te quiero mucho pero no te coincide en torso con las piernas’ y yo le decía, ‘¿y a vos te coincide la cara con el cuerpo?’ Se decían cosas muy graciosas. Me llamaron pero solamente hice Alicia Kirchner en Gran Cuñado”.

Para trabajar este verano en Carlos Paz la convencieron con un plus: el empresario le ofreció sala para su obra infantil. Entonces se instaló. ¡Llegó al complejo con pileta! Y un minicooper negro en la puerta. “Me encantan los autos. Son muchos años en los que nadie me regaló nada. La remé solita. Mi familia es el ambiente, mis amigos. Mi profesión es todo”, dice, en un salto en el tiempo. Atrás quedaron errores, días difíciles, la decisión de empezar en serio. Gladys recuerda los años de ómnibus llevando el show en la valija a distintos puntos del país. “Tomaba el micro a Tres Arroyos y con los 200 mangos que ganaba pagaba las expensas del departamento”.

La comedia Pijamas en Mar del Plata fue el gran despegue. Y la tele. En 2010 llegó con su show a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia; a Paraguay.
Volviendo al minicooper dice: “Cómo me gustan los autos. ¿Por qué no me puedo dar el gusto? La vida es una sola. Gracias a Dios hoy puedo comprar un bife con ensalada”. Y se acuerda de los festivales de teatro en Córdoba a fines de los años 1980. “Me comía un sanguchito al frente del Teatro del Libertador”.

La Florimonte es un caso. No hay mujeres en el humor. No hay rol central para la mujer en ese género. Por eso la gente se vuelve loca con el show. “La gente busca divertirse, ver a un tipo sumamente popular como la Mole que cuenta las historias, muy graciosas, del Bailando; la ven a Pamela (David), la mina fina, a Virginia (Gallardo). Están bárbaras. Y a Mateyko lo bardeo con ese saco del año del pedo. La gente se va hablando de mí. Zulma es todo improvisación con el público. Eso me encanta. Yo tengo un hilo finito, el límite, sé a quién sí y a quién no. Sé adónde voy”.

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